Me llamo Dafne. Tengo dieciocho años recién cumplidos. Vivo
con mi padre porque mi madre se murió en un accidente de coche cuando tenía
cinco años. Desde siempre no tengo muchos amigos porque dicen que soy rara y
solo tengo dos amigas de verdad. No tengo actualmente un novio pero cuando
tenía 15 años me enamoré de mi vecino que tenía un años menos que yo, pero él
se mudó.
Ahora
estoy dormida soñando que estoy flotando en el universo y mágicamente, me
encuentro en el centro de una sala circular. En su periferia hay doce columnas
de un cristal puro que refleja los rayos de luz que salen del trono que hay. Me
acerco temblorosa al trono. ¿Quién es ese ángel que está sentado en el trono?
Sus
alas están tatuadas, los tatuajes son dos llamas que cuando se mueve las llamas
parecen que están vivas. Su cabello
parece que es el mismo fuego, sus ojos son de un verde tan intenso que no me
deja salir cuando entro en ellos, sus labios son demasiados carnosos para ser
un humano, en general, su rostro es perfecto. Su vestimenta está formada
solamente por una camisa que el botón del cuello esta desbrochado, unos vaqueros ajustados y unas sandalias, la
transparencia de su camisa y los vaqueros ajustados delatan que trabaja sus
músculos.
Me desperté
del trance que entre por su belleza, me fijo que él estaba mirándome con
una sonrisa pícara de arriba abajo.
-
¡Párate de mirarme con
esa sonrisa! ¿Y quién eres?-le dije con la cara rojo de enfado.
-
Vale, gatita. Soy el
dios del Sol y de la sinceridad, por eso nunca te mentiré.
-
¿Para qué me
necesitas?-
-
Para que tu devuelvas a
lucir al Sol y para devolver la magia a tu reino.-
-
¿A mi reino?-
Tú
eres la princesa del reino de las hadas. Te seguiré contando cuando despiertes
–me dijo eso porque me vio que estoy paralizada por la sorpresa- con este beso
que te daré te despertarás- el beso fue muy intenso, me quito todo el aire que
tenía